Asustada la encontraron
Con mordidas en la piel
Marcas hechas con sus dientes
La hicieron enrojecer
Una mano bajo el vientre
Ojos cerrados, pensando en él
Asfixiando almohadas con las piernas
Tratando de calmar su sed
El cuerpo sudoroso
A punto de ceder
De las soledades lo sabroso
Le acaba de acontecer
No hay santo alguno
Que resista aquella escena
Tal vez sólo ángeles
Renieguen de esa miel
Más al pobre hombre
A penas le es reseña
De las muchas delicias
Que están por suceder
Lanzóse Fuerte y vivo
A las virtudes del placer
Entregóse a las pasiones
Al derecho y al revés
No hay vicio alguno que despierte
Las diabluras en la mente
Como el hambre de la piel
Que del tacto hace alarde
Irguiéndose después
Entregados somos
A tales desenfrenos
Nacidos cual fieras
Queriendo siempre poseer
De aquí hacia-allá
Y bordeando los océanos
Somos todos muy dispuestos
A «Meter al Diablo en el infierno»
Antes, Ahora y después
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